miércoles, 11 de enero de 2012

Grandes niveladores


Esta madrugada ha traído a Valladolid la cencellada. El blanco cubre por igual a los barrios obreros y a los burgueses, convierte en postal navideña al Campo Grande y al último chamizo. Como decía en Historias de Filadelfia Connor (James Stewart), “el champán es un gran nivelador, le convierte a usted en mi igual". “Yo no diría tanto", puntualizaba agudo C.K. Dexter Haven (Cary Grant). Pues eso.

jueves, 5 de enero de 2012

El roscón de la crisis


En Segovia nos suele bastar con la sorpresa, pero en Valladolid llevan muy a rajatabla que el roscón de Reyes esconda también un haba. “Si es el haba lo encontrado este postre pagarás, mas si ello es la figura, coronado y Rey serás”, dice la copla. Sorpresa y haba son como el ying y el yang de los roscones, el sí pero no de la felicidad de envoltorio de la noche de Reyes: si pillas el haba, pagas. Pero lo que me ha pasado este año maldito es demasiado. En el primer trozo, el haba. Cuando llevo ya resuelto el roscón, algo envuelto en plástico me emociona. ¡Pardiez, no hay sorpresa, es otro haba! La crisis llevada al terreno roscón me indigna y me cabrea. ¡Quiero mi pitufo de plástico!



lunes, 2 de enero de 2012

Las doce en el carillón de la Caja


Los recuerdos son así: no sabes qué ocurrió exactamente ni quién lo dijo, pero te acuerdas de que aquel día llevabas leotardos rojos y merendaste pan con chocolate, por ejemplo. Escuchando las campanadas de fin de año, pensé en el reloj de la Caja de Ahorros, de los tiempos en los que cuando llegaban las doce del mediodía, en Radio Segovia una voz, creo que de hombre, decía “Son las doce en el carillón de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia”. Y luego llegaba el Ángelus, y aquello era ley, palabra divina que marcaba cómo debíamos de medir nuestro tiempo todos los segovianos.

Podía haber intentado averiguar dónde acabó aquella buscada caja roja de piensos Biona, pero el juego de reloj que marca el cambio de año me anima a saber algo más de ese reloj de la por entonces caja de los segovianos. Me sorprendo cuando Darío, el hombre que cuidó durante años que ese mecanismo funcionara, me dice que aquellas conexiones con la radio no duraron mucho más de un lustro. A principios de los setenta, una niña pequeña aún sin escolarizar tuvo tiempo de escuchar muchas mañanas ese episodio y seguramente, colegir, sin motivo alguno, que iba a seguir produciéndose cuando ya ocupaba un pupitre. Pero no, despareció y luego llegaron otros patrocinadores a la radio, otros mensajes que para mí ya no fueron tan importantes, porque no fueron cotidianos.

Tampoco Darío, que lleva 23 años jubilado, ha olvidado esas grabaciones. Hablarle del reloj es como abrir la espita del tiempo, y ahí llega vía Holanda el sofisticado mecanismo, que costó 800.000 pesetas en 1966, y al que pronto cogió el tranquillo este espabilado ordenanza, que nació junto a los pinares de Navafría y que logró sacarse el título de electricista rellenando cuadernillos a distancia y destripando desde niño cualquier aparato cercano. Sabía cómo respiraba el reloj y cómo lograr que no fallara, corrigiendo ese minuto que en invierno tendía a retrasar por el frío. De su precisión habla ese comentario que se extendió por entonces: “el reloj de la caja de ahorros da las medias, pero no los cuartos”.

Dice Darío que pocos meses después de su jubilación, en 1987, el reloj tuvo una avería, y el mecanismo a medias manual y eléctrico que tenía fue sustituido por el electrónico, de cuarzo. El corazón del reloj de hoy no está a la vista ni ocupa tanto como el del anterior: una compacta caja negra y cerrada guarda su programada eficacia.

Es una suerte que Darío, que tiene en casa una docena de relojes de pared en buen uso y unas cuantas radios antiguas, porque sabe apreciar el sonido protegido por una caja de madera, pueda compartir conmigo aquellos mediodías de Segovia, cuando pensábamos que podíamos regirnos por el horario segoviano sin desviarnos demasiado del mundial porque, digan lo que digan y manden lo que manden, ¿no se pone el sol más o menos igual por la Canaleja, Berlín o Hong Kong?




Pie de foto: Seguro que no sabías cómo era el reloj desde el otro lado. Pues ahí está, la caja del reloj de la Caja. Gracias la gente de la ídem por enviarme la foto.