domingo, 27 de enero de 2019

"Flores"

Florencio, " Flores". Ese día cerraba el bar. 1994. Siempre iba elegante, "no voy a estar en la barra en mangas de camisa". Decía que las cualidades del buen camarero eran muchas. La primera es la sonrisa. La foto, de Arcadio.


domingo, 6 de enero de 2019

Yo fui paja

Yo un año fui paja, bueno, la paje, si respeto el diccionario y considero que paje, ese puesto que tradicionalmente ejercían los hombres, puede considerarse como un sustantivo de genero común. Pero voy a ponerme burra –y no la burro, porque burros hay de los dos géneros–, y diré que yo fui paja. Aquello ocurrió a principios de los noventa, bajo el séquito del rey Melchor, que no Melchora, al menos aquel año. A mí la verdad me gustó que fuera Melchor, y además el que estaba bajo las esponjosas barbas desde entonces es mi amigo. Creo recordar que fue ese enero la cabalgata en la que se estrenaban los fantásticos trajes que dibujó y cosió Herminia, con el apoyo de Nati, de Agenda, unos ropajes brillantes y a la vez respetuosos con la tradición, como debe ser una cabalgata, que se construye con memoria y sueños.

Bueno, que me desvío. Fui paja, y me pusieron un tocado que era como un cono del revés, un peto de terciopelo y un blusón con bordados adamascados, y me pintaron los ojos profundos y las mejillas doradas, y yo creo que los niños no sabían si ese día yo era una paja o un paje, o un selenita recién aterrizado. Y repartí caramelos, y recogí cartas (todavía escriben cartas los niños, y pueden esperar varias semanas deseando la misma cosa. Señor, eso sí que es un milagro). Y había niños vestidos de pijos, porque a los cuatro años no se puede ser pijo por uno mismo, y niños de chándal, y uno no muy bien puesto al que la ropa le venía grande, acompañado por su hermano mayor, mayor de ocho años, que se quedaba un metro más atrás del trono, como disculpándose. Porque cuando los niños se creen mayores piensan que lo saben todo –aunque en realidad sepan menos que antes–, solo porque un amigo les susurró que Melchor llevaba unas gafas demasiado modernas para venir del Oriente, y entonces comienzan a atravesar una edad muy difícil, que conviene que no dure toda la vida, en la que les avergüenza coger caramelos y creen que sus deseos no merecen ser escuchados.

Y aquella cabalgata de los noventa fue muy bonita, y encima no había tantos padres haciendo fotos con el móvil, chafando la emoción del momento. Y mi Melchor se portó bien y no dio demasiado la vara a los niños con eso de que fueran buenos, porque sabía que ya lo eran. Y podría haber sido perfecta, esa y cualquier otra cabalgata, si hubiéramos comprendido por fin que los regalos que pedíamos no eran para tanto, que ni nos hacían falta ni nos importaban un comino. Y es bueno saber que ninguno de todos aquellos niños que dejaron la carta en mi cesta –los del chándal, los príncipes destronados, los esmirriados, los gorditos, los solitarios–, ninguno recibió aquella noche lo que deseaban, aunque sobre sus zapatos estuviera completo el pedido que habían escrito. Porque al final ninguno sabía lo que quería, ni ese año ni al siguiente, ni ningún otro. Hoy, por ejemplo, caigo en la cuenta de que el regalo que tuve aquel día de Reyes fue ser paje, bueno, paja. Sin más.



miércoles, 2 de enero de 2019

Listas de un año


Repaso las listas de noticias del año, de bodas del año, de muertes del año, de películas del año, de libros y hasta de vestidos del año. Descubro que no me he enterado de nada, debía estar distraída pensando en las noticias, bodas, muertes, películas y libros de otros años. Tampoco me esfuerzo por retener esa información; al fin y al cabo, el 1 de enero llegará con candidatos a las nuevas listas, las de 2019. Esas sí que serán buenas, e incluso habrá listas para votar en mayo, que siempre es un aliciente.

A los que estamos en facebook, sin hacer nada, terminando diciembre se nos obsequia con nuestra propia lista de lo más importante del año, con la media docena de fotillos y tonterías que se te ha ocurrido subir. Una lista en la que nosotros mismos somos el número uno, y el dos, y el tres. Aunque hayamos tenido el año más anodino del mundo, facebook nos dice que somos el no va más, los niños más bonitos de nuestra casa. Veo qué lista me ha preparado facebook, a ver si me entero de qué he hecho estos doce meses antes de estar otra vez en esta silla comiendo las uvas. ¿Hubo algo relevante? Puede, pero no está en la lista. No reluce demasiado.

Para poner orden y sobre todo sentido a estos doce meses, con sus treinta días más o menos cada uno, haría falta ser un verdadero genio. El tiempo va que vuela, pero 365 días sin saber por dónde andas se hacen eternos. Los que nos quieren vender la burra lo saben y no hacen más que ofrecernos herramientas para domesticar nuestro caos. Agendas y calendarios para citas y tareas, manuales para ordenar los armarios, programas para almacenar millones de fotos, relojes para decirnos cuántos pasos damos, cacharros para aligerar el peso de esta memoria de mercadillo, la lista de canciones que has escuchado este año y la que te va a gustar la próxima semana, y alertas del móvil para saber a quién toca felicitar cada día, sea por su cumple, por su divorcio, por sus diez años de trabajo o por sus quince años buscándolo.

Decía E.M. Forster* que la mayoría de las antologías literarias eran una castaña y no aportaban nada. En teoría quieren simplificar lo complejo para atraer lectores, pero en la práctica es raro que después de un resumen quieras leer las mil páginas de la obra completa, y ahí está la prueba con Ruy el pequeño Cid, que a muchos nos bastó para hacernos una idea sin pasar por el castellano antiguo. Apuntaba Forster que para crear una buena antología hacía falta ser un bicho raro con talento excepcional. Y mencionaba a Aldous Huxley, que recogió en un libro, Textos y pretextos, citas literarias siguiendo su impulso vital, agrupadas en temas tan duros como "Hipocresía", "Tortura", "Miseria" o "Huida". O sea, creó un nuevo orden a partir de tocar fondo en el desorden de su existencia, que seguramente es la única y arriesgada forma.

Pero nosotros no somos Huxley, aunque puede que ya estemos viviendo en su mundo feliz, con nuestras pastillitas correspondientes. Así que nos rendimos al resumen, al libro de citas, al disco de recopilaciones y al resumen de un año que no hay quien entienda, como ocurrió con el pasado o el anterior, aunque nos esforcemos en buscar una lógica y que encima nos de la razón. ¿Qué ha sido lo más importante de este año que se va? Que seguimos aquí, supongo.

*Las charlas de E. M. Forster en la BBC. Publicado en Alpha Decay







martes, 1 de enero de 2019

Silvestre

Hoy 31 de diciembre es el cumpleaños de Silvestre. Le entrevisté hace bastantes años y no sé si sigue vivo (había nacido en 1928), si continúa en su taller de Cuevas del Valle, trenzando mimbres, puliendo maderas y arañando el "arrabel". Esta copla estaba en la cinta que grabé en aquella visita. El sonido no es bueno, pero creo que guarda algo primitivo y auténtico. Un regalo para acabar este año y empezar el siguiente. Feliz 2019.