Repaso las listas de noticias del año, de bodas del año, de muertes del año, de películas del año, de libros y hasta de vestidos del año. Descubro que no me he enterado de nada, debía estar distraída pensando en las noticias, bodas, muertes, películas y libros de otros años. Tampoco me esfuerzo por retener esa información; al fin y al cabo, el 1 de enero llegará con candidatos a las nuevas listas, las de 2019. Esas sí que serán buenas, e incluso habrá listas para votar en mayo, que siempre es un aliciente.
A los que estamos en facebook, sin hacer nada, terminando diciembre se nos obsequia con nuestra propia lista de lo más importante del año, con la media docena de fotillos y tonterías que se te ha ocurrido subir. Una lista en la que nosotros mismos somos el número uno, y el dos, y el tres. Aunque hayamos tenido el año más anodino del mundo, facebook nos dice que somos el no va más, los niños más bonitos de nuestra casa. Veo qué lista me ha preparado facebook, a ver si me entero de qué he hecho estos doce meses antes de estar otra vez en esta silla comiendo las uvas. ¿Hubo algo relevante? Puede, pero no está en la lista. No reluce demasiado.
Para poner orden y sobre todo sentido a estos doce meses, con sus treinta días más o menos cada uno, haría falta ser un verdadero genio. El tiempo va que vuela, pero 365 días sin saber por dónde andas se hacen eternos. Los que nos quieren vender la burra lo saben y no hacen más que ofrecernos herramientas para domesticar nuestro caos. Agendas y calendarios para citas y tareas, manuales para ordenar los armarios, programas para almacenar millones de fotos, relojes para decirnos cuántos pasos damos, cacharros para aligerar el peso de esta memoria de mercadillo, la lista de canciones que has escuchado este año y la que te va a gustar la próxima semana, y alertas del móvil para saber a quién toca felicitar cada día, sea por su cumple, por su divorcio, por sus diez años de trabajo o por sus quince años buscándolo.
Decía E.M. Forster* que la mayoría de las antologías literarias eran una castaña y no aportaban nada. En teoría quieren simplificar lo complejo para atraer lectores, pero en la práctica es raro que después de un resumen quieras leer las mil páginas de la obra completa, y ahí está la prueba con Ruy el pequeño Cid, que a muchos nos bastó para hacernos una idea sin pasar por el castellano antiguo. Apuntaba Forster que para crear una buena antología hacía falta ser un bicho raro con talento excepcional. Y mencionaba a Aldous Huxley, que recogió en un libro, Textos y pretextos, citas literarias siguiendo su impulso vital, agrupadas en temas tan duros como "Hipocresía", "Tortura", "Miseria" o "Huida". O sea, creó un nuevo orden a partir de tocar fondo en el desorden de su existencia, que seguramente es la única y arriesgada forma.
Pero nosotros no somos Huxley, aunque puede que ya estemos viviendo en su mundo feliz, con nuestras pastillitas correspondientes. Así que nos rendimos al resumen, al libro de citas, al disco de recopilaciones y al resumen de un año que no hay quien entienda, como ocurrió con el pasado o el anterior, aunque nos esforcemos en buscar una lógica y que encima nos de la razón. ¿Qué ha sido lo más importante de este año que se va? Que seguimos aquí, supongo.
*Las charlas de E. M. Forster en la BBC. Publicado en Alpha Decay
No hay comentarios:
Publicar un comentario