viernes, 10 de julio de 2009

Somos 8.628, más o menos

Hace pocos días leí en este periódico que éramos 8.628 los segovianos que residíamos en Valladolid. Me parecieron muchos, porque apenas tengo noticias de un puñado: unos cuantos taxistas, un par de vecinos, la consejera de Agricultura, algún funcionario. Sé dónde está el Centro Segoviano, pero nunca he entrado a tomar un chato. En realidad, tampoco conozco a mucha gente cien por cien Valladolid, la ciudad ha crecido lo bastante como para que se vaya diluyendo la procedencia de sus vecinos, para poder mandar ese tipo de identidades de cartón a la porra, cosa que me parece bastante saludable.

Sólo me doy cuenta de que nací en otra parte cuando alguien me pregunta: “Ah, ¿de Segovia? ¿pero de Segovia-Segovia? Qué ciudad tan preciooosa... Y la gente es muy simpática, mejor que los de Valladolid, que son unos cazos…”. Esa es una respuesta clásica cuando dices que eres segoviana, y lo curioso es que esas críticas al carácter pucelano suelen provenir de un pucelano con pedigrí, que por lo visto no se siente concernido por esos típicos comportamientos provinciales. Pero vamos, es que en Segovia es lo mismo, te juntas con cuatro de la tierra y ya están hablando sobre lo antipáticos que son en los comercios, de que no saludan ni los primos carnales por Fernández Ladreda o de que ya no quedan camareros de los de antes… y así.
No sé si es la idiosincrasia castellana la que nos lleva a poner a parir a nuestros paisanos, realmente no sé si hay algún pueblo del mundo que se miró al espejo y se encontró, como Narciso, bello. Supongo que un poco de autocrítica no está mal, pero no tanta, que a este paso vamos a desmontar las estrategias turísticas. Siempre será mejor “Castilla y León, gente maja”, que “Castilla y León, tierra de bordes”. Además, lo de “majo” lo tenemos por vocablo presuntamente segoviano, y me gusta, porque no implica calificación moral alguna: “majo”, según se mire, puede ser cualquiera.

Por lo que sé, en Valladolid, como en Segovia, hay gente que se apunta a las cofradías y otra que se manifiesta en pelotas a favor del cicloturismo (incluso puede que alguno participe en ambas cosas); gente que se cuela en la cola del súper y otra que te cede la vez cuando ve que tus niños patalean; tipos ordinarios y otros extraordinarios. Lo mismo. Lo que no tiene Valladolid es Acueducto, pero a cambio está el Corte Inglés, que tiene la ventaja de que es calentito en invierno y fresco en verano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario