jueves, 3 de noviembre de 2011

El sobre sorpresa

Hace unas semanas hubo en Valladolid una feria de coleccionismo, y me compré este sobre. Cuando era pequeña los vendían en los puestos de las “carameleras”; me suena que costaban 5 ó 10 pesetas. Bastantes veces caí en la tentación de comprar uno, porque los dibujos de la cubierta eran muy bonitos. El contenido casi siempre me decepcionaba, eran piezas diminutas de plástico monocolor, que en nada se parecían a lo que anunciaba el sobre.

He sentido lo mismo que entonces abriendo esta “sorpresa” frutera, que contenía ocho ¿pimientos? ¿calabacines? y dos cestos desmontados. Observo que me gusta más el sobre sin abrir que abierto. Leo la vuelta: “No tires este sobre. Envía 10 sobre vacíos diferentes y te enviarán un magnífico regalo”. Creo que nunca me había fijado en ese detalle, tal vez porque cuando era niña no valoraba tanto como ahora la belleza del sobre, que seguramente tiraba nada más abrirlo.

Pienso en las cosas que tienen mejor pinta cerradas que abiertas. Claro que también podría cumplirse la ley a la inversa: cosas que parecen peor de lo que en realidad son. Lo segundo me parece más estimulante.







No hay comentarios:

Publicar un comentario