domingo, 15 de agosto de 2010

La huella de Mónica

Mónica Nedelcu Cristea fue profesora mía de Literatura Contemporánea. Sabía que había muerto poco después de abandonar yo la facultad, pero no fue hasta hace poco tiempo cuando empecé a recordarla. Regresó a mi memoria a través de un libro, la reedición de “El capote”, de Gogol, la historia de un oficinista de gris existencia que copiaba documentos y que puso todas sus esperanzas en comprarse un capote nuevo. Ella nos mandó leer ese relato, y otros muchos, no sólo de escritores de países vecinos al suyo –era rumana–, sino de literatura americana, que también le apasionaba.

Dejé a medias la mayoría de los libros que recomendó, pero comprendí que todos ellos merecían la pena y que en algún momento disfrutaría de esas páginas que, en esos años, me parecían inabarcables. Creo que eso le ocurrió a la mayoría de mis compañeros, y por eso Mónica hizo bien su trabajo. Por otra parte, era impensable que esa mujer, menuda y delgada, flexible como un junco y tímida a más no poder, que se ruborizaba con las impertinencias de los alumnos, pasara de la sugerencia al mandato. Subida en la tarima, con su cintura estrecha, falda de vuelo y larguísima coleta, era como una frágil bailarina en su caja de música.

Me parecía mayor, pero hoy comprendo que tenía pocos años, y que no haría mucho tiempo que habría llegado a Madrid desde Bucarest. Porque ella había sido ya profesora en la capital rumana, eso lo he averiguado en Internet, si es que se puede decir que pasear por Google permita una averiguación legítima. También he conocido así otros detalles de su biografía y de su trabajo, de su tesis sobre el ensayista exiliado Vintila Horia, y de sus estudios sobre sintaxis románica. Hay otras muchas entradas en las que aparece su nombre en medio de palabras que no entiendo, y me pregunto si el rumano será un idioma difícil de aprender.

Pero en Internet no ponía nada de lo guapa y tímida que era. “Cierro los ojos para ver”, decía Vintila Horia, y yo también lo hago. Dejo las palabras escritas para que la huella de un ser humano permanezca.

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