lunes, 10 de julio de 2023

Campaña en mangas de camisa


Militar en un partido es como la ropa de entretiempo: la compras para quedar elegante y acaba apartada en el armario, porque unos días da frío y otros agobia. Es de esperar que los candidatos del 23J no tengan dudas sobre su militancia, aunque ellos también van a salir cada mañana con la americana planchada, y van a volver por la noche hechos un guiñapo. Se prevé una intensa lucha de camisas: camisas blancas, azul claro, verde militar… tanto encima como debajo del escenario. La reticencia a la camisa de manga corta hará que prolifere la camisa arremangada, como si no pudiera sospecharse que a mediados de julio vaya a hacer un calor de infarto. El polo puede encajar, con más o menos banderas según el auditorio, pero la camiseta es un riesgo que solo puede asumir uno de los cuatro partidos principales. Como siempre, las mujeres estamos exentas de la disciplina, aunque poder elegir multiplica los riesgos. Chalecos no se esperan, aunque pueden ser útiles para guardar el móvil y, en su caso, ocultar el sudor que recorrerá las espaldas. Sudores fríos, las más de las veces.

Los políticos arremangados recuerdan a las cuadrillas de gallegos que en verano venían a segar Castilla. Iban a destajo, y empezaban de noche, para tener la mies recogida antes de que el sol abrasara. Aquella era una lucha limpia, entre el cuerpo y la hoz. Ahora, los candidatos van advertidos de que ganan más por el desprecio que genere sus contrincantes, que por la ilusión que ellos mismos despierten. Cuatro años de gobierno no es broma, pero ¿quién se lee un programa? Los lemas de los cuatro partidos -Adelante, es por ti, lo que importa, es el momento- son la nada con gaseosa, porque los dos reales son “contra el sanchismo” y “contra la ultraderecha”. Como en el baloncesto, confían en encestar de rebote, porque hoy, más que partidarios, lo que abundan son los detractores. Para los equipos de campaña manejar el odio será solo una estrategia, pero la calle está irrespirable, y hay algunos que, antes de saludar, se aseguran primero de a quién votas.

Contaba Gila que él mantuvo siempre su ideología, pero que la guerra le había arrancado cualquier atisbo de militancia. Recordaba una noche en la que, perdido, se topó con unos cuantos soldados, sentados alrededor de una hoguera, y les preguntó dónde estaba el Quinto Regimiento, que era el suyo. Ellos, tranquilamente, le señalaron hacia el otro lado del camino: “Nosotros somos nacionales, tu regimiento está por allí”. Como en esos monólogos de Gila, en algún momento conviene levantar el teléfono: “¿Está el enemigo? Que se ponga”. Porque, lleve camisa, polo o camiseta, es nuestro vecino, cuñado o compañero. Incluso, nuestro amigo.

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