viernes, 21 de mayo de 2010

Cambio vallisoletanos por japoneses

Hace unas semanas han instalado en la calle de Santiago, arteria peatonal de la ciudad, una caseta en la que se muestra una maqueta y varias imágenes de lo que quiere ser “Talleres del Pinar”, un proyecto muy ambicioso que el Ayuntamiento tiene para el Pinar de Antequera. Explicar a los segovianos que ese pinar, al sur de la capital, precisamente por donde más ha crecido la ciudad (el Paseo Zorrilla va ya por los trescientos y pico números), es un lugar clásico de esparcimiento para los vallisoletanos; algo así como la Fuencisla o el Parral para los de Segovia.

Lo primero que van a inaugurar, dentro de unos días, es un parque de aventuras para niños. Pero el tema va mucho más allá, de hecho se ha presentado como “el primer parque de industrias culturales de Europa”. En la maqueta que se muestra hay espacio para esas industrias, salas de exposiciones, anfiteatro e incluso una especie de vivero para artistas en ciernes, con apartamentos incluidos. Pero no es el proyecto en sí lo que me ha llamado la atención, sino los paneles, en los que se imagina cómo será el día a día concluido este espacio ideal de creación. En esta simulación, todos los que aparecen son japoneses. Supongo que a los arquitectos que han diseñado el tema les parecía que quedaba más futurista un Hiro Yamamoto cualquiera que un Pepe Pérez, pero a mí me ha parecido una idea a considerar: mandar 30.000 vallisoletanos, más o menos el 10 por ciento de la población, a Japón, e importar otros tantos nipones. Eso sí que sería creatividad.

Pero ahí no acaba la cosa. Voy al centro cívico, que también es municipal, y, en lugar de bodegones y macramés, me encuentro con caligrafía japonesa por todas las paredes. Como no creo en las coincidencias, me inclino por la teoría conspirativa. La invasión se acerca, lo que no sé es si cuajará antes o después de las próximas elecciones. Y lo peor de todo es que tendremos que aprender de una vez a comer con palillos.



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