viernes, 26 de marzo de 2010

Estrene algo

A mí la Semana Santa siempre me ha dado un poco de miedo. Lo que más me gustaban eran las visitas a los “Monumentos”, que me parecían muy bonitos, y, aunque suene poco espiritual decirlo, las torrijas. Si ya la procesión del Viernes Santo segoviano se me hacía muy larga, no es extraño que en todos los años que llevo en Valladolid no haya ido nunca a verla. Aquí hay 19 cofradías, suman miles y miles los capuchones, y en la PlazaMayor instalan una especie de gradas metálicas para que al menos unos cuantos vecinos contemplen sentados la procesión. Si tú preguntas a un vallisoletano si alguna vez la ha visto te dirá con toda contundencia que sí, pero todavía no he encontrado a ninguno que me aclare cuántas horas dura, porque lo normal es estar una rato viendo los Pasos, y marcharte sin esperar a que termine.

También me gusta el Domingo de Ramos, a pesar de que el episodio evangélico que representa deje el poso amargo de una alegría breve que acaba en tragedia. Aquí al lado tengo un puesto que vende palmas y, sobre todo, cogollos, aunque éstos, al contrario de los de mis recuerdos infantiles, no llevan grapadas florecitas de papel seda. Lo que es fundamental para este domingo es estrenar algo, y no hablo de calcetines. ¿Qué tal un nuevo punto de vista?

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